Fue la primera vez que dejé a mi familia cuando fui a
España. Sentí tanta alegría que con solo palabras es difícil explicarlo, no
solo porque por fin iba a visitar España, sino porque mis padres creían que ya
estaba dispuesta para ser responsable de mí misma, por eso me dejaron viajar
sola. Desde el momento en que me despedí de mis padres en el aeropuerto, empecé
a cantar entusiasmada, durante seis horas, una canción de mi cantante egipcia
favorita, que es sobre una chica que está buscando la libertad, quiere ser ella
misma y quiere ver con sus propios ojos; pensaba: ¡Por fin un sueño hecho
realidad! ¡soy libre! Haré todo lo que quería hacer sin pedir permiso de nadie,
¡y por qué lo pido! Soy la única responsable de mi misma... de ahora en
delante, eso será mi manera de vivir!
Pero, a lo largo del mes, llamaba a mis padres al día dos o
tres veces -aunque muchas veces no hacía falta llamarles- para pedir el permiso
de salir o hacer cualquier cosa. Cuando volví a Egipto, me encontré con unas
amigas que habían viajado a EE. UU. y
Francia y me sorprendió que a
ellas también les sucediera lo mismo. Nos reímos y lo llamamos el choque de la
libertad que nos asustó y nos confundió, por eso teníamos miedo... miedo de la
libertad ya que no habíamos estado acostumbradas!
Me acordé de esta historia al leer la noticia de la
prohibición de publicar un artículo en el diario estatal AL-AHRAM. En el
artículo Los Misterios del Gas, publicado en otro diario Al-Youm Al Sabea', el periodista habla sobre
cómo la actitud de la Junta Militar es parecida a la del Régimen de Mubarak y
sobre los tres tipos de bombas que se lanzaron a los manifestantes, y el
periodista fue uno de ellos, el 25 de noviembre en su protesta en la plaza
Tahrir en la capital: el primer tipo, el gas lacrimógeno que las fuerzas de
seguridad dispararon contra los manifestantes; el segundo tipo, las mentiras de
los medios que representaron a los manifestantes como criminales y que no
mencionaron a los heridos ni a quienes perdieron los ojos por las balas ni los
cientos asfixiados con gas; y el tercer tipo fue la bomba de "Encuesta
Pública" que lanzó el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas, el mariscal de campo Mohammed Hussein Tantawi en su discurso.
El escritor de aquel artículo, el poeta egipcio Abdel-Rahman
Yussuf al Qaradaui, el tercer hijo del predicador islamista egipcio, jeque
Yussuf al Qaradaui, quien además de ser poeta es guionista, presentador ,
periodista y activista político y uno de los protagonistas de la Revolución del
25 de enero, persistía en contra de Mubarak a quien le dedicaba poemas
satíricos y de agitación durante su dictadura, recibió la noticia de la
prohibición del jefe de la redacción del
diario Abdul-Azim Hammad explicando que una parte de ese artículo plantea una
crítica fuerte contra el mariscal Mohamed Tantaui en su propia persona. Aunque
este jefe de redacción fue nombrado por el Gobierno de Essam Sharaf en consecuencia con lo se reivindicaban de la
revolución "Pan, Libertad y Justicia Social", él tuvo miedo de la libertad,
y miedo de la Junta Militar, tuvo miedo de tener una opinión clara que rechaza
el sistema de opresión y el control
total de la prensa prolongados desde el Régimen de Mubarak... Este jefe
tuvo la oportunidad de ser libre y expresar lo que piensa, lo que ve. Lo que me hizo preguntar si los egipcios y
las instituciones estamos dispuestos a ser libres o no.
* Julud Nabeel es licenciada por la Universidad de El Cairo.
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