domingo, 15 de mayo de 2011

África enmascara Madrid

Esther Molina, Hugo Jiménez y Juan Antonio Lopesino

La exposición África: Objetos y sujetos se expuso hasta el 1 de mayo en el museo Fernán Gómez, ubicado al comienzo del eje cultural Prado-Recoletos, en los Jardines del Descubrimiento.
Cultura es todo lo que no es Natura. Con esta afirmación, intencionadamente genérica, definen los antropólogos sociales y los sociólogos el entorno cultural creado por el hombre, desde la elaboración de la herramienta más rudimentaria hasta las Bellas Artes.
Muñeca Chopi. Mozambique s. XIX
La selección tradicional muestra 137 objetivos representativos de 56 grupos étnicos de 25 países, contextualizados con fotografías o retratos que ilustran cada una de las culturas o grupos étnicos representados en la exposición, vinculándose el objeto con el sujeto. Los objetos trasmiten información acerca de su uso y su función, pero también del africano y la cultura de la que forma parte.
La exposición hace un cuidado recorrido por el pasado, el presente y el futuro de la cultura africana relacionando cada pieza con su autor y contextualizando las obras expuestas con la mayor precisión posible, de tal manera que permita entender un poco mejor las peculiaridades de este fascinante y desconocido continente.
Entre los objetos más destacados de la exposición se encuentran los dedicados a los rituales, vehículo de unión entre el mundo de los humanos y el mundo de los espíritus. De esta forma se convierten en el medio para dominar y manipular a los espíritus y fuerzas invisibles.
Otro de los objetos que dan color a la exposición son las máscaras, que pueden cumplir diversas funciones. Su uso más generalizado son los ritos de iniciación en diferentes etapas de la vida, pero otras están presentes en la legitimación de la autoridad pública, con motivos de la entronización o glorificación del poder del rey.
Solo se permitía a los hombres y jóvenes iniciados el conocimiento de sus secretos, estando excluidos las mujeres y los niños, que sólo las podían contemplar durante la celebración de las mascaradas. La visión de la máscara podía llegar a ser más peligrosa que tocar o ingerir algo.

 
La máscara está diseñada para cubrir la cara o la cabeza, y se complementará con el traje que ocultará todas las características reconocibles del portador. El enmascarado adquiere temporalmente una nueva forma y personalidad, no habla ni actúa como en su vida ordinaria, no hará ningún gesto por el que pueda ser reconocido por el resto de su comunidad, sino que se transforma para dar vida a un nuevo personaje que le impide ser el mismo. Por un lado niega la identidad individual, al mismo tiempo que proclama una identidad colectiva.
Cuando finaliza la celebración, las máscaras adquieren una forma estática, aunque continúan conservando su carácter sagrado, siendo tratadas con sumo cuidado hasta el año siguiente cuando llegue el momento de la próxima revitalización.
En algunas áreas geográficas las máscaras están cada vez más influenciadas por la contemporaneidad y la modernidad, lo que impone abordar las tradiciones como prácticas heredadas de tiempos antiguos.
Los Konso de Etiopía, los Zaramo de Tanzania y otros grupos de África Oriental tienen figuras de gran tamaño utilizadas para señalar los recintos funerarios de personajes ilustres.


Además se ofrecieron talleres para los asistentes al museo. El primero de ellos uno familiar, “La máscara de mi familia”, enfocado a niños de entre 6 y 10 años. Los más jóvenes encontraron la ocasión de trabajar como antropólogos al investigar las funciones y origen de las máscaras procedentes de África.
También se pudo disfrutar de un Cuentacuentos africano, en el que a través de cuatro cuentos africanos se acercó a los más pequeños a los elementos culturales de la parte occidental del continente.
Otros dos talleres se dirigían a los adultos, el primero de ellos, “Enmascarados. Realiza tu propia máscara africana”, que daba la posibilidad de crear tu propia máscara para que después fuese expuesta de forma virtual en la Web del museo. Con el segundo taller, “Percusión” se cerraba el ciclo de actividades, en el que se pudo disfrutar del ritmo de los tambores.


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