Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Nos llega de México la imagen de la firma de un acuerdo institucional que abarca a distintos agentes sociales, principalmente medios de comunicación, sobre el tratamiento de la violencia. Desde que se declaró la guerra a la delincuencia organizada, México vive un conflicto permanente con más de treinta mil muertos. La situación, ya de por sí muy grave para la población, que vive puerta con puerta con el crimen y los criminales, se complica por la terrible presión sobre los medios de comunicación y los periodistas que han pasado a ser objetivo preferente de los criminales.
Como está ocurriendo en otros escenarios de conflicto, los periodistas son siempre un objetivo de intimidación y manipulación. El silencio y la mentira son las dos alternativas que el terror intenta imponer a los profesionales que tratan de describir lo que ocurre en el mundo. Entre el silencio y la mentira, el periodista presionado sufre tentaciones, la primera la de la autocensura. El instinto de conservación empieza a pesar en un entorno en el que el ejercicio de la profesión supone el riesgo de la vida. México es uno de los primeros países en el riesgo de muerte por ser periodista.
La otra tentación es el partidismo, la tendencia a desestimar las responsabilidades de las partes enmascarándolas bajo la mentira propagandística o el silencio cómplice. El ejercicio del buen periodismo suele dejar pocos amigos duraderos y muchos circunstanciales. Unos no te perdonarán que digas la verdad y otros que no aceptes sus mentiras. El intento de la manipulación, sutil o descarada, es otra forma de ataque que periodistas y medios sufren para que no cumplan su misión esencial de informar a la sociedad. El periodismo es un compromiso ético con la ciudadanía y sus fines de libertad y democracia. Como tal debe ser entendido en su origen ya que, más allá del negocio, informar es contribuir a la construcción necesaria de un pilar básico de la democracia. Sin información, la democracia no existe; con mala información o propaganda, solo es una farsa formal.
El acuerdo especifica:
Los medios tenemos la responsabilidad de actuar con profesionalismo y de preguntarnos sobre las implicaciones potenciales que tiene el manejo de la información. Por ello, como en todas las noticias, las que involucran a las organizaciones criminales deben apegarse fielmente a los hechos, al tiempo que provean elementos contextuales suficientes para su adecuada comprensión. Tratándose de estas noticias, los periodistas y sus casas editoriales debemos estar conscientes de que los hechos pueden tener como fin primordial convertirnos en instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado.
Existe un terror inmediato, que se produce sobre el que recibe la violencia directa, pero existe un terror mediado, el que se expande a través de los medios y cuyo objetivo es la intimidación general. El compromiso de los medios, reflejado en el acuerdo, trata de no caer en ninguno de los extremos, ni en el silencio de los hechos ni en la propaganda de las consecuencias.
El Acuerdo resalta específicamente la importancia de evitar caer en el oficialismo de la información justificando o silenciando los excesos:
La información que se difunda sobre el crimen organizado debe asignar a cada quien la responsabilidad que tenga sobre los hechos de violencia. En caso de que alguna acción del Estado en el combate a la delincuencia organizada caiga en excesos, esté fuera de la ley o viole derechos humanos, siempre habrá que consignarla. Una de las funciones de los medios es consignar y denunciar el ejercicio indebido del poder. Y cuando la acción del gobierno involucra el uso de la fuerza pública, esta función es aún más esencial. Por otra parte, cuando la acción del Estado se realice dentro de la ley, debe quedar claro que la violencia es producto de los grupos criminales.
En una guerra interna, los periodistas tienen la obligación de mantener el equilibrio para evitar que los que representan al Estado caigan en las tentaciones del exceso y entren en la ilegalidad. La llamada “razón de estado” pervierte los fines al forzar los medios. Por eso, el ejercicio del buen periodismo debe estar siempre del lado de la ley, por encima del que la aplica.
El acuerdo firmado por distintos agentes sociales —medios, universidades, intelectuales— surge dentro del marco de la denominada “Iniciativa México 2011”, un movimiento social y mediático para proponer una alternativa a la imagen interior y exterior de México ante la crisis profunda en la que se encuentra. El Acuerdo tiene también detractores entre otros medios, que lo ven poco factible o interesado.
Informar sobre la violencia seguirá siendo una tarea difícil en México, pero al menos han dejado clara cuál es su postura y su voluntad. Ahora se trata de intentar cumplirlo.
* http://www.mexicodeacuerdo.org/acuerdo.pdf
Publicado en Pisando charcos 25/03/2011: http://pisandocharcosaguirre.blogspot.com/2011/03/entre-el-silencio-y-la-mentira-el.html
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